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Ferrari exige cambios en F1

Luca di Montezemolo cree que el próximo congreso de la FOTA debe desembocar en cambios para la F-1. El presidente de Ferrari reiteró su deseo de que en 2010 los grandes equipos puedan competir con tres coches: "El 'efecto Schumacher' muestra lo mucho que atraen los mejores equipos, éstos son el futuro de la F-1".





El tribula deja sin glamour a la formula 1


Flavio Briatore se va a marchar de la Fórmula 1 por la misma puerta que entró, la pequeña. Y no será porque no ha triunfado en sus 20 años de aventura. Conquistó cuatro títulos mundiales de pilotos y otros tres como constructor en Benetton y Renault, ha sido quizás la imagen más conocida, y a veces envidiada, de este deporte espectáculo, concentrando el glamour como nadie, y ha sido capaz de hacer dinero y proyectar sus negocios hasta la cumbre, ganándose el respeto de sus empleados como excelente gestor y descubridor de talentos, entre otros Michael Schumacher y Fernando Alonso.

Pero caminar sobre la delgada línea que separa el orden del caos tiene el peligro de que puedes caer por cualquiera de los dos lados. Así ha sido toda su vida. Briatore siempre ha tenido dos caras. Nacido en Verzuolo, provincia de Cuneo en 1950 un 12 de abril, debía ser maestro como deseaban sus padres y abuelos, pero estudió para aparejador, empleo que nunca ejerció. Porque a Flavio le tiraba más frecuentar el Country Club de Cuneo. Ambicioso y brillante, profesor de esquí a ratos, se ganó fama de playboy, aura que le ha acompañado siempre, y que nunca ha dejado de cultivar con las más exquisitas compañías femeninas. Allí le sobrevino el apodo de Tribula, definición para quien no se está quieto, lo intenta todo por todos los medios para lograr algo. Y Flavio quería dinero y fama.

A los 20 años se convirtió en el hombre de confianza de Attilio Dutto, duelo de la fábrica de pinturas Paramatti, hasta la muerte de este último en un brutal atentado en 1979, del que se dijo que estaba detrás el Clan de los Marselleses. Flavio cambió de aires a toda prisa y se fue a Milán para trabajar en Bolsa y allí empezó a asesorar al conde Achille Caproni, con inversiones en casinos por medio mundo, para luego convertirse en el gestor de su imperio. Sin embargo, se le involucró con algunos asuntos poco legales relacionados con millonarias partidas de póker, y le condenaron a cuatro años de prisión, aunque no los cumplió por una amnistía.
Fijó su residencia en Saint Thomas, en las Islas Vírgenes, donde abrió una franquicia de marca de ropa Benetton, a cuyo propietario conocía, y tuvo tal éxito que Luciano Benetton le encomendó expandir la marca por EE.UU, donde logró abrir 800 tiendas y amasar una importante fortuna personal, comprando varias casas, un yate y hasta un avión privado propio.

Al comprar Benetton el equipo Toleman de F1, Luciano le propuso a Flavio ser el administrador de esta nueva línea de negocio y en 1989, el primer día que puso un pie en un circuito, se dio cuenta de que aquél era su sitio, su mundo. Mientras crecía su imagen de glamour en el paddock, también lo hacía su leyenda urbana de contactos dudosos, culminando con la bomba que le colocaron en su piso de Londres en 1993, y que siempre ha negado entre risas que le perteneciera a él, sino que un comando del IRA la dejó abandonada en su jardín por miedo a ser descubierto.

Esa dualidad la mantuvo de forma casi imposible en la Fórmula 1: a la vez era mánager de un piloto y su jefe, así que peleaba por sus derechos contra el responsable de escudería, que también era él mismo. “No tiene nada que ver, son cosas distintas”, respondió a MARCA en alguna entrevista. Su habilidad para reconciliar lo irreconciliable le ha hecho mantener sus propios pilotos, moverlos fuera y dentro de Renault y otros arabescos financieros de una habilidad reconocida por todos, a la par que expandía su propia marca, Billonaire, que va desde un restaurante en Cerdeña hasta una línea de ropa exclusiva, y se adueñaba del equipo de fútbol inglés Queens Park Rangers.

Genio y figura, el 'Tribula', que ha superado un cáncer, se ha casado y espera otro hijo, desaparece de la primera fila, deja a la F1 sin el último glamuroso, y aunque siga ligado a este deporte, para él nada será lo mismo.




Un grupo suizo compra el equipo BMW

Un par de horas le faltaron ayer a BMW para cerrar la operación de venta de su equipo de Fórmula 1. El constructor alemán, que había anunciado su marcha de la competición, hizo público se acuerdo de venta del 80% del BMW-Sauber al grupo suizo Qadbak Investments justo cuando la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) ya había otorgado la última plaza de la parrilla del año que viene al Malaysia F1 Team, que correrá bajo la histórica marca Lotus.

La FIA, en todo caso, dejó abierta de par en par la puerta al equipo fundado por Peter Sauber en el caso de encontrar financiación, como ocurrió horas más tarde. "Se van a iniciar conversaciones con las escuderías para ampliar a 14 los equipos que compitan en 2010", dijo la FIA en su comunicado. La decisión afecta al equipo Epsilon-Euskadi, proyecto que encabeza Joan Viladelprat, que queda fuera de la parrilla.

Las dos noticias se entremezclaron ayer peleando por la relevancia. De un lado, la vuelta de la mítica Lotus. Desde 1996, esta constructora de automóviles deportivos está en manos de la empresa malasia Perusahaan Otomobil Nasional (Proton). El proyecto está amparado por el gobierno de Malasia y al frente del mismo se ha situado al empresario Tony Fernandes, fundador de Tune Group, propietaria de Air Asia. Lotus correrá con motores Cosworth, una condición prácticamente obligatoria para los nuevos equipos.

Respecto a la operación de BMW, el grupo comprador es un fondo inversor que ya adquirió un equipo de fútbol inglés -el Notts County, el más antiguo del país- el julio pasado. Peter Sauber, que mantiene el 20% del equipo, se dedicó a buscar comprador para la parte de BMW cuando los alemanes anunciaron su decisión de dejar la competición.


 

 
   
 
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